Escribe: Milciades Ruiz
Aprovecho la ocasión para rendir homenaje a un heroico combatiente por la liberación nacional. Me refiero a mi compañero de lucha, Jorge Toque Apaza, un joven estudiante aimara que luchó hasta morir, en 1965, como miembro de la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional- ELN, que operó en la sierra y selva de Ayacucho. Luchaba por la independencia del Perú, contra la dominación capitalista y su transformación en una república socialista comunitaria.
Era de una comunidad de Conima (Moho), descendiente del ayllu de los Apaza, del que también lo era, Julián Apaza- Túpac Katari. Fue un valiente combatiente, siempre en la escuadra de vanguardia, por sus habilidades innatas. No pudimos rescatar su cadáver y por ello, no tiene tumba. Tampoco tiene una placa recordatoria de su inmolación porque los héroes del pueblo, no tienen cabida en la historia oficial de la dominación. Pero aquí, dejo constancia de su lucha.
En lo que respecta a la participación de Puno en la independencia del Perú, podríamos decir que todos pueblos de todas sus provincias han derramado su sangre a lo largo de cientos de años que viene durando la dominación extranjera, sin haber logrado hasta la fecha la anhelada liberación. Pero en esto, hay que hacer algunas precisiones.
La llamada independencia, no fue más que la separación territorial del virreinato del Perú, de su principal España. No hubo independencia del Perú nativo, ni emancipación de la población sometida por los colonialistas. El ideal de los libertadores era independizarse de los mandatos de España, sin liberar a sus esclavos ni a sus vasallos nativos. No era que se retiraban y devolvían su patria a la población del Tahuantinsuyo.
Entre los mecanismos de dominación social, está la dominación cultural. Cada sistema de dominación implanta la educación de su conveniencia y la historia que se nos enseña, es de una versión distorsionada, ocultando la verdad. Hacen aparecer como precursores de la independencia las rebeliones de la población nativa contra sus opresores colonialistas.
De este modo, los vasallos y esclavos del virreinato resultan luchando por la independencia de sus amos opresores, ocultando que su lucha era contra ellos y lo que se buscaba era que se vayan todos, abandonando el territorio despojado a la población nativa. Así, los “patriotas” resultan siendo los que despojaron de su patria a los oriundos. Los héroes son ellos. Solo ellos, se consideraban peruanos y los dueños originarios “indios” pero no personas. Este desprecio dura hasta hoy.
Muchos de nuestros ancestros han muerto luchando, creyendo que los “libertadores” venían a liberarlos de sus amos, cuando en realidad no era así. Solo querían que todo siga igual, pero sin depender de España. Ese engaño perdura hasta hoy, porque el régimen vigente lo promueve y nos inducen a celebrar causa ajena.
Concordante con lo dicho, obra en el archivo nacional, el oficio que la autoridad virreinal de Carabaya, envió al intendente provincial, el 24 de octubre de 1820, señalando:
(…) “Me cubro del dolor más sensible Señor Intendente al escribir lo que se me ha asegurado que se ha proferido en esta feria por varios individuos de carácter, … dicen que el Rey Nuestro Señor es un Pícaro déspota que les usurpa su legítimo Territorio. Que algunos Peninsulares han creado una Junta de Gobierno que desautoriza al Monarca: Que la América debe de fundar otra, sin sujeción a aquella: Que la constitución (la de 1812) que esperan, por instantes los autoriza para sujetar a los jefes del poder de esclavitud con que más de 300 años se les ha tratado.
Puedo asegurar á V.S. que de las diez partes de habitantes que V.S. tiene en su Provincia, hoy la novena está seducida y decidida con desorden que acaso no se pueda evitar …soy de sentir se sitúe en el Pueblo de Ayaviry con orden de que cada dos meses vean los Subdelegados de Lampa, Azángaro, y esta de Carabaya. (…)
- Otro del Alcalde de Juli José Marcelo de Molina remitido el 30 de octubre 1820
“En cumplimiento de la orden reservada que V.S. me dio en esa Capital, me dirigí a los Pueblos de Pomata, Yunguyo, y Cepita, hablé con un cura y vecinos… Los indios no ignoran el desembarco de San Martin. Para Copacabana, Tiquina, Desaguadero, Pisacona, y Aillos de estos pueblos, despaché hombres de mi entera confianza (Espías). … 3 mujeres de los soldados que pasaban habían dicho que estos tenían intención de pasarse al enemigo: y entregar si posible fuese a los jefes… Zepita a la que arribó un indio de Pacajes del sector de Jesús de Machaca, nombrado Casimiro Guarachy, diciendo que de la muerte del Rey Inca hacían 300 años al que si con traición no le hubieran quitado la vida estarían hoy todos los vestidos de oro y plata”
Por eso y mucho más, hay un resentimiento que dura hasta la actualidad, y muestra de ello es el manifiesto del ENCUENTRO NACIONAL DE LOS PUEBLOS, POR LA DESCOLONIZACION DEL PERU, realizado en el Auditorio CONAFOVICER, de Puno, el 23 de julio del 2017. En uno de sus puntos señalan:
(…) 3.- Rechazamos y condenamos la CELEBRACION del llamado “Bicentenario” de la FALSA INDEPENDENCIA, fiestas patrias del 28 de julio, que no representan a los pueblos originarios por ser fiesta de malversación y corrupción de los criollos vende patrias.
Pero si revisamos la historia de Puno vamos a encontrar una lucha permanente desde que llegaron los invasores españoles y se repartieron su territorio. Los encomenderos o señores feudales, arrebataron sus tierras a los nativos, implantaron el tributo indígena y las mitas de trabajo forzado para las minas de Potosí. Fue una lucha interminable por cerca de tres siglos de coloniaje que no ha cesado ni en 200 años de la república.
Francisco Pizarro entregó el pueblo de Puno al encomendero Gómez Mazuelas. También se entregaron Hatunqolla, Capachica y Paucarcolla. Chucuito y Ácora se reservaron para el Rey. Frente a este atropello, en 1538 estalla la rebelión de Tisoc Inka y así, todo el tiempo fue de constantes luchas contra los colonialistas.
Tras la rebelión de Túpac Amaru II, el 3 de abril de 1781 la ciudad de Chucuito fue escenario de la mayor convulsión en la zona sur. Fue tomada y arrasada por las huestes nativas de Pascual Alarapita e Isidro Mamani. Hubo un millar de muertos, aniquilaron a todos los españoles y mestizos, incendiaron viviendas. No podemos pues, tomar esta lucha como precursora de la independencia de sus opresores.
Como Chucuito y, Azángaro, Huancané es otro pueblo heroico que nunca han cesado en su lucha por su real independencia, sin yugos afuerinos. Tras la independencia ajena, en 1867 estalló en Huancané, la gran rebelión que duró un año y movilizó a miles de nativos. La lucha se extendió a las provincias de Azángaro, Lampa, Puno y otras, llegando a tomar la ciudad de Puno. Los abusos de la república eran tan atroces como los de la colonia.
Ante la rebelión, la represión fue criminal. El 2 de enero de 1868, el ejército enviado por el gobierno de Mariano Ignacio Prado, masacró a los rebeldes que, durante cuatro horas presentaron combate a orillas del lago Titicaca. Tras la derrota, muchos nativos fueron ejecutados en el campo de batalla. 71 líderes fueron encerrados en dos pequeñas chozas de techo de paja, que fueron incendiadas con los prisioneros en su interior. No obstante, los libertarios puneños no se dieron por vencidos.
Fue así que, en 1915, volvieron a la carga y más de diez mil nativos de Huancané y Azángaro, emprendieron otra gran rebelión liderada por Teodomiro Gutiérrez- “Rumi Maqui” (Mano de piedra). Se proclamó el Estado federal del Tahuantinsuyo, iniciando otra insurgencia contra la dominación republicana. Aunque fueron derrotados, esta sublevación, sería premonitoria de la gran sublevación indígena del sur andino, entre 1919 y 1923, cuando estallaron 50 levantamientos nativos tanto en Puno, como en Cuzco.
El 21 de noviembre de 1922, en la comunidad de Huancho, tomaron la determinación de fundar la “República Aimara Tahuantinsuyana”, con el apoyo de las otras comunidades de la región. La represión republicana fue espantosa el día 16 de diciembre de 1923. Los primeros en ser fusilados fueron los líderes, pero ante la protesta de la población, dispararon a matar, acribillando a más de dos mil comuneros.
Esta matanza tampoco los amedrentó, porque la dignidad aymara es la fuente de su valentía ancestral. Ya en el siglo XXI, todavía está fresca la movilización masiva de los aymaras en mayo del 2011, conocido como el “Aymarazo”. Tomaron la ciudad de Puno, en protesta porque el corrupto gobierno aprista, autorizó ejecución del proyecto minero Santa Ana en Huacullani, (Chucuito) en beneficio de la empresa canadiense Bear Creek Mining Corporation.
En el 2023, se ha cumplido un centenario de la matanza de Huancho, pero los organismos oficiales y la prensa adicta, han callado esto. No así, las comunidades de Huancané, que han conmemorado su lucha en un congreso masivo llamado: CONSENSO DE WANCHU LIMA-LA CIUDAD DE LAS NIEVES y han enarbolado un documento como “Consejo de Autoridades Originarias de pueblos y naciones aimara, quechua y uru de la región Puno”.
En uno de sus puntos señalan: “Desarrollar un proceso de recuperación de la democracia comunitaria, la soberanía alimentaria, el control territorial y el ejercicio del autogobierno en los 130 distritos de Puno y en las 13 provincias que la integran. El ideal de autonomía se mantiene pues, latente y seguirá hasta que logren la victoria.
Hay pues en este proceso histórico, una línea de lucha de los agredidos nativos en defensa propia contra la dominación colonial y republicana. Otra es la línea de guerra por la independencia del virreinato emprendida por extranjeros colonialistas como San Martín y Bolívar. Otra emprendida por los guerrilleros y montoneros en apoyo a los extranjeros creyendo que venían a liberarlos, y también otra línea de guerra de parte de las fuerzas realistas, con soldados nativos que defendían los dominios del rey.
Los rezagos de estas vertientes de lucha es lo que tenemos todavía en nuestra realidad nacional, en la que los descendientes de los colonialistas siguen detentando el poder, teniendo bajo su dominio a los peruanos ancestrales. Este año celebrarán el bicentenario de la batalla de Ayacucho que puso fin a la separación definitiva de los dominios españoles. Los héroes ensalzados serán los oficiales militares de los colonialistas que antes habían sido realistas, pero los que cayeron en el combate cuerpo a cuerpo fueron los soldados nativos utilizados como carne de cañón por ambos bandos.
No ignoro los méritos en su propio bando, de Esteban Catacora, de Acora, comandante de guerrillas del Ejercito “Libertador” y de otros insignes personajes de la historia de Puno. Pero, creo que, es momento de rehabilitar a plenitud, todos los derechos de los puneños ancestrales. Es justa su demanda de autonomía de gobierno, con un régimen económico, político y electoral propio, dentro del desarrollo nacional. Desde ya, cuenten con mi apoyo.