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DEMOCRACIA NEOLIBERAL

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Mar 9, 2024
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Por: Milciades Ruiz

Todo sistema de dominación social, establece un orden social de subordinación bajo una élite dominante. Aunque los administradores de ese orden pueden variar, el sistema prevalece hasta que otro sistema de organización social lo desplace. Vivimos bajo el sistema de dominación capitalista y todo lo que sucede en nuestras vidas, obedece al orden que este, ha establecido. Por ello, la “democracia” que tenemos, está signado por el sistema, como instrumento de dominación.

La democracia capitalista, puede ser rígida o, flexible, según el grado de regulación que se aplique sobre los dominados, en defensa de los intereses de los dominadores. Puede ser perversa o, tolerante, honesta o, tramposa, etc., siempre que no afecte el sistema de dominación vigente. La historia está llena de seudo democracias y tiranías genocidas, tolerados por el sistema de dominación, porque los afectados son siempre los dominados. En ese marco, según las circunstancias, la democracia capitalista actúa de distinta manera en Argentina, Israel, Europa, Asia, África y en nuestro país. La democracia, es solo un molde administrativo del sistema.

No es un ser supremo, el que designa nuestra suerte de vida, sino, es el sistema de dominación el que condiciona la vida de las personas según el orden social establecido, llamado también, “estado de derecho”, o estructura jurídica. Por ejemplo, el parlamento, elegido “democráticamente”, pretende dejar sin empleo a los profesores contrarios a la ideología de la Constitución neoliberal que nos rige. Bastaría esta arbitrariedad “democrática” para condenar a niños inocentes, hijos de los acusados, a sufrir las carencias de todo tipo, truncando sus expectativas de futuro, sin tener culpa alguna.

Ese estado de derecho, condiciona nuestras vidas, mediante mecanismos legalmente establecidos. De este modo, la democracia de la dominación administra el sistema, mediante el aparato estatal, reparte el presupuesto público y dicta disposiciones según conveniencia de los grupos dominantes. Entonces, por más que trabajemos honradamente desde el amanecer hasta el anochecer, no podremos salir de la pobreza si el orden establecido nos ha colocado en la condición de campesino andino. En Cuba, con el triunfo de la revolución, se cambió el sistema y así, las trabajadoras del hogar podían estudiar medicina. El cambio de sistema, les dio otro destino.

La experiencia histórica nos enseña que, un sistema de dominación social, se implanta mediante dos tipos de medidas: Coercitivas, utilizando la fuerza militar policial, autoridades controladoras, poder judicial y, otras coerciones. Y, persuasivas, aplicando un acondicionamiento mental, educativo, uso de religiones, medios de información, ideología política y otras alienaciones que glorifican el sistema. Es así, como surge el estado, como aparato administrativo de dominación social.

La evolución de la humanidad ha pasado desde la agrupaciones dispersas y aisladas, hasta la integración globalizada. Las más antiguas civilizaciones europeas fueron creando estados pequeños bajo una cúpula militar. Los líderes se convirtieron en reyes, y la aureola de prestigio les atribuyó condición divina, estatus social privilegiado y sucesión de casta. El estado monárquico era una maquinaria que aseguraba la sumisión al orden establecido, mediante normas de conducta social, orales inicialmente y escritas posteriormente.

Fue así como se empezó a gobernar mediante leyes, agrupadas en códigos de conducta social, allá por el año 1,700, antes de nuestra era. Las normas de conducta social se fueron adecuando a las condiciones de dominación imperante, extendiéndose a todas las ramas de actividad humana. El aparato estatal fue creciendo. Al surgir el dinero como medio de cambio, se tuvo que normar su uso para que no afecte el sistema de dominación vigente. El comercio fue normado como mecanismo de acumulación de riqueza de las naciones, surgiendo el monopolio.

El mismo proceso social ocurrió en nuestro continente más tarde. Inicialmente, surgieron pequeños estados como el Mochica, Wari, Sicán, Chimú, Nazca, Chanca, y otros, como reinados de cúpulas militares que, implantaron un orden social de sumisión con un aparato administrativo estatal primario, de acuerdo a su estado de desarrollo. Fue el Tahuantinsuyo, el estado más extenso y desarrollado del continente, cuya élite estableció un orden social jerarquizado de sumisión y un aparato estatal de control.

A diferencia de los estados europeos que, estaban ya, en una etapa procesal más avanzada, en el Tahuantinsuyo, el estado de derecho era solo oral, dado que todavía no había escritura. En cambio, los estados europeos contaban ya con códigos de leyes escritas y, con un sistema de dominación más perfeccionado. Había una diferencia abismal de 3,000 años de desarrollo entre ambos sistemas.

Cuando los europeos llegaron a nuestro continente, procedentes de estados monárquicos, estaban regidos por un estado de derecho que garantizaba la dominación social, incluyendo la sumisión religiosa, la acumulación de riqueza como ascenso social, tecnologías guerreras, de navegación y manufactureras que, otorgaban supremacía de dominación. Con estas ventajas, les fue fácil conquistar el Tahuantinsuyo y someterlo bajo la dominación de la monarquía española.

El estado incaico fue suprimido, y se implantó el estado monárquico español, anexando territorios como colonias o, virreinatos. Se cambió todo el aparato estatal de control de los dominados y se implantó el estado de derecho colonial. El genocidio era legal, como también la esclavitud como derecho de propiedad privada. La conducta social de la población autóctona fue compulsivamente acondicionada para adaptarla a un estado de derecho que no entendía. La propiedad privada y, el dinero, le era extraño.

Cuando en el siglo XIX, el sistema monárquico fue desplazado por el sistema capitalista, surgieron las repúblicas como aparato estatal de control de los dominados en un nuevo orden social regido por el dinero y la libertad de comercio. Los subversivos enarbolaron la bandera de la libertad económica, como un derecho de acumular dinero. En el nuevo orden social, dominan los que tienen más dinero y no, los que tenían títulos nobiliarios. Pero este “estado de derecho” ha sido la fuente de la desigualdad social y, de países. En la doctrina capitalista, todos tienen igualdad de derecho de ser ricos. Son libres de hacerlo. Los que no lo hacen, es culpa de ellos. Esto rige también, para los países.

En el universo no puede haber suma, sin resta. No se puede acumular sin despojar una parte a los demás. La producción mundial es una sola, pero la distribución desigual entre países hace a unos, ricos a costa de empobrecer a los demás. Israel no puede hacer crecer su territorio sin quitarle a sus vecinos más débiles. Por eso, en el mundo capitalista no puede haber ricos sin que haya pobres. Es un absurdo pensar en contrario.

Los que consiguieron la independencia del virreinato del Perú separándolo del estado español, fueron las fuerzas capitalistas que enarbolaban la bandera del comercio libre frente al monopolio español. La subversión nació en Europa, financiando cúpulas militares descontentas por la segregación del estado de derecho imperial a los españoles sudamericanos. De allí que, toda la ideología de la independencia era el separatismo con gobierno propio, monárquico o, liberal, pero sin alterar el orden social de dominación social vigente. España siguió siendo la “madre patria”. Nada que ver con la emancipación de la población nativa. Ese no era el objetivo.

La república peruana fue organizada bajo el sistema colonial con una cúpula militar que tuvo el mando en los primeros cincuenta años alternando caudillos colonialistas. En estas condiciones no hubo estabilidad en el estado de derecho republicano, que, siguió con el orden social colonial, marginando a la población autóctona, dueña originaria del territorio nacional. Los nativos no eran considerados peruanos. Eso estaba reservado solo para los españoles sudamericanos. Todas las constituciones liberales fueron atropelladas, por los supuestos “libertadores”.

Desde el inicio de la república, el estado de derecho era preponderantemente colonialista, católico y anti nativo. La cúpula militar realista pasó a ser la cúpula militar republicana, los miembros del sistema judicial colonial pasaron a administrar la justicia republicana, los empleos públicos eran propiedad privada y podían ser comercializados. Todo era legal según el estado de derecho implantado por cada caudillo militar, con un aparato estatal sufragado por los tributos a que estaba obligada la población nativa.

Solo cuando los capitales extranjeros llegaron para explotar nuestros recursos naturales como materia prima exportable, (salitre, guano de islas, algodón y azúcar) es que, el caudillismo militar dio paso al caudillismo civil. El empresariado capitalista tomó las riendas del país y estableció el estado de derecho a su medida, rigiendo la Constitución de 1860, que duró 59 años. Esta fue remodelada en 1933, por el empresariado pro norteamericano y pro británico, con el gobierno de Leguía, del Partido Civil. Este descendiente de españoles del virreinato, gobernó 15 años, representando la modernización del estado capitalista peruano.

Luego vendrían las Constituciones de 1979 y la espuria de 1,993, acondicionada al neoliberalismo que, es la que rige actualmente nuestras vidas, aunque muchos no se den ni cuenta de esto. Los descendientes de españoles sudamericanos siguen gobernando conservando muchos rezagos colonialistas. Estamos bajo el estado de derecho neoliberal y la democracia responde a ese estado de derecho. Es una democracia neoliberal emanada de una Constitución neoliberal. Pero esta “democracia” es un molde construido con amarres jurídicos preconcebidos y toda la legislación electoral está condicionada para obtener los resultados políticos que hoy tenemos.

Esto nos lleva a repudiar lo que, nosotros mismos hemos elegido con esta democracia amañada, para los poderes ejecutivo y legislativo. De haber nuevas elecciones generales, el resultado será similar porque el molde es el mismo. Si queremos una democracia aceptable para la mayoría, habrá que modificar el estado de derecho que la sustenta. Los resultados de esta democracia neoliberal nos muestra el INEI, en los siguientes gráficos oficiales:

Nuestro pueblo se siente abrumado, abatido e impotente ante el estado de derecho neoliberal. Cada vez que se rebela, le cuesta muchas muertes. No confía ni en los partidos políticos porque lo defraudan. Pero no queda otra opción que, luchar por reducir al mínimo la opresión neoliberal, arrancando al sistema opresor cada vez más logros sociales. Las conquistas sociales no caen del cielo. Hay que lucharlas para mejorar nuestro destino. Si queremos una democracia popular, tenemos que persistir en nuestra lucha, mejorando nuestros métodos y estrategia.

Salvo mejor parecer.

Marzo 5-2024

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Atte. Milciades Ruiz
Otra información en https://republicaequitativa.wordpress.com/


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